Es importante tener en cuenta que debemos ser muy observadores con la evolución del lenguaje de nuestros hijos y no dejar pasar cualquier indicador que nos cause alarma, recordemos que durante los primeros años de vida su maduración y desarrollo evolucionan a una velocidad vertiginosa y los padres tenemos que ser los primeros en agudizar nuestros sentidos para observar esos cambios.
Lo primero que debemos hacer es tener ambientes favorables para el desarrollo lingüístico y debemos de partir desde nosotros como modelo, es decir, ser buenos modelos a imitar y hablar con claridad, afectividad y naturalidad, a medida que crece el niño hay que ser mas comunicativos con ellos y es importante saber escucharlos a pesar de que apenas emiten sonidos aparentemente sin sentido pero que poco a poco irán adquiriendo apariencia de una conversación.
Es frecuente que las dificultades de lenguaje se detecten cuando el niño va a la escuela, no antes, probablemente no es culpa de los padres ya que al no conocer directamente como estimularlo o cual es su desarrollo natural o se deja guiar por mitos como “no se preocupen, es pequeño todavía”, “ya hablará”, “mejorará sólo, según vaya creciendo” o “su papá demoró en hablar”, dejamos pasar tiempo importante que debimos aprovechar.
Entonces ¿Cuáles son esos signos que nos deben causar alarma?
-Debemos observar al niño desde su llanto, por ejemplo si es débil o si hay ausencia de sonidos voluntarios para llamar la atención.
-Produce menos de 4-5 consonantes y no todas las vocales
-Ya cuando pasan el año, apenas balbucea o en su balbuceo introduce muy poca variación de sonidos, ausencia de producción de palabras simples o vocabulario muy pobre.
-Otro indicador es la falta de respuesta a nombres familiares o ante palabras de acción habituales o con claves gestuales como “dame”, “mira” o “ven”.
-Ausencia del uso de gestos para expresar sus deseos o para compartir la atención del adulto sobre un objeto.
-No comprende ordenes simples referidas a un objeto y/o una acción habitual. Por ejemplo: “dame el zapato”, “tira la pelota”, “dáselo a mamá”.
-La mayoría de sus emisiones no se le entienden, producciones reducidas a monosílabos (ma) o a sílabas duplicadas (tete) o persiste la ausencia de combinaciones de dos palabras.
-Imaginemos que nuestro niño ha pasado los tres años y aún no usa palabras descriptivas (adjetivos) o pronombres (yo/tu, mi/mío/tuyo) o no hace preguntas referidas a objeto (¿qué es esto?) y/o referidas a la localización de objetos (¿dónde está?), tenemos que llevarlo a un especialista para que lo evalúe por que no solo se verá afectado en su expresión, también en su comprensión, lo que podría limitar mucho más su lenguaje.
Este artículo es una colaboración de:
Walter Norberto Peralta Valdizán
Profesor de Educación especial,
Especialista en audición, voz, lenguaje y problemas de
aprendizaje
5755150/988185679
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